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Agilidad Emocional (Herramientas para no Permitir que los Sentimientos Negativos nos Dominen)

Resultan estresantes los juicios negativos que a menudo emitimos de forma automática y la preocupación ante la perspectiva de que nos vamos a topar con problemas que no seremos capaces de resolver. Todos buscamos la estabilidad. Tenemos la tendencia a querer que las cosas permanezcan equilibradas y pensamos que, si queremos, podemos controlarlas. Pero la vida cambia constantemente; por tanto, eso no funciona. Lo cierto es que tal creencia hace que perdamos el control. Cuando actúas de forma consciente, usas las reglas, los hábitos y los objetivos a modo orientativo, nunca dejándote gobernar por ellos. De esta manera no te dominarán tan fácilmente los juicios negativos y estarás en mejor posibilidad de enfrentar los cambios.

 

En el 2020 la humanidad entera ha estado viviendo situaciones extremadamente difíciles, inauditas y sin precedente para todos. Hemos estado expuestos a escenarios terriblemente amenazantes, de una gran fuerza, contraria a nuestra estabilidad física, emocional, laboral y económica. Se ha generado miedo, incertidumbre, angustia y una serie de sentimientos y emociones negativas que han disminuido o de plano, quitado nuestra paz interior, nuestra energía, nuestros anhelos, nuestra alegría y nuestra estabilidad.

 

Esta situación está afectando en diversos grados en todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos: familiar, social, de esparcimiento, laboral y espiritual. Es por ello que, hoy más que nunca, resulta imprescindible cambiar los mecanismos que mueven nuestra mente, para disminuir y controlar los sentimientos y emociones negativas que se traducen en actitudes inadecuadas para salir avante de estos tremendos escenarios y enfocarnos adecuadamente a lo que se ha denominado la nueva normalidad, misma que, de hecho, nadie sabe exactamente cómo será. 

 

Dieciséis mil. Ésta es la media de palabras que decimos cada día. Así pues, imagínate la cantidad de palabras que nos pasan por la cabeza que no llegamos a pronunciar. La mayoría de ellas no son hechos, sino evaluaciones y juicios entrelazados con emociones, algunos positivos y útiles (He trabajado duro y puedo hacer una excelente presentación; Vale la pena hablar de este asunto; Parece que el nuevo director es accesible), otros negativos y no tan útiles (Me está ignorando a propósito; Me pondré en evidencia delante de todos; No doy todo de mí).

 

De conformidad con la biología básica, todos los seres humanos tenemos una corriente interna de pensamientos y sentimientos que incluyen el criticismo, la duda y el miedo. Esto es, en realidad, nuestra mente haciendo parte de su trabajo vital: intentar anticipar y resolver problemas y evitar cualquier peligro potencial.

 

Análisis de la Universidad de Harvard, muestran líderes que tropiezan no porque tengan pensamientos y sentimientos indeseables – esto es inevitable –, sino porque se quedan atrapados en ellos, como los peces en el anzuelo. Eso sucede de dos maneras. O bien se creen sus pensamientos, tratándolos como hechos (Pasó lo mismo en mi trabajo anterior; He tenido fallas toda mi vida), y evitan situaciones parecidas (No voy a aceptar este nuevo reto). O, a menudo, por recomendaciones o influencia de alguien externo, niegan el valor de esos pensamientos y tratan de racionalizarlos. (No debería tener estos pensamientos; Sé que no soy un fracasado), y puede que incluso se expongan voluntariamente a situaciones similares a pesar de que vayan en contra de sus valores y objetivos (Acepta este nuevo proyecto, tienes que superarlo). En cualquier caso, están presentando demasiada atención a su charla interna, y permiten que ésta debilite importantes recursos cognitivos que podrían serles más útiles.

 

Éste es un problema muy común, con frecuencia perpetuado por estrategias de autogestión que se han hecho populares. Los analistas de Harvard comentan que a menudo ven ejecutivos con dificultades emocionales recurrentes en el trabajo – ansiedad por las prioridades, envidia por los logros ajenos, miedo al rechazo o angustia por desaires percibidos – que han ideado técnicas para “resolverlos”: afirmaciones positivas, listas de tareas pendientes con prioridades o inmersión en ciertas tareas. Pero cuando preguntan cuánto tiempo llevan lidiando con estas dificultades, las respuestas suelen ser 10 años, 20 años, o desde la infancia.

 

No cabe duda de que estas técnicas no funcionan – de hecho, muchas investigaciones revelan que intentar minimizar o ignorar pensamientos y emociones solo los amplifica. Cualquier persona que haya soñado con un pastel de chocolate o unas papitas fritas mientras sigue una dieta estricta entenderá este fenómeno.

 

Los líderes más efectivos ni se creen, ni intentan suprimir sus experiencias internas. Al contrario, las abordan de una manera consciente, productiva y teniendo en cuenta sus valores. De este modo, desarrollan lo que los psicólogos llaman la agilidad emocional. En nuestra economía del conocimiento tan compleja y cambiante, la habilidad de gestionar nuestros propios pensamientos y sentimientos es esencial para conseguir el éxito en el trabajo, ser productivos y conseguir estabilidad interna. Numerosos estudios, realizados por el profesor de la Universidad de Londres Frank Bond y otros, demuestran que la agilidad emocional puede ayudar a las personas a mitigar el estrés, reducir errores, ser más innovadoras, mejorar el rendimiento laboral y mantener una actitud positiva ante cualquier acontecimiento o eventualidad. 

 

Si, como se mencionó, estamos en tiempos insólitos, en donde todo parece amenazante e incierto, es lógico que nos sintamos desequilibrados emocionalmente, inseguros y ante un horizonte obscuro que no es posible ahora precisar o definir. Es por ello que la agilidad emocional, cobra una importancia relevante.

 

La capacidad de enfocarnos en una actitud positiva, que propicie pensamientos, sentimientos y emociones que nos impulsen con fuerza y decisión hacia adelante, nos ayuda a triunfar en todos los aspectos de nuestra vida y a sortear más fácil y certeramente las dificultades y las contrariedades. Por eso, tanto si nos enfocamos en nuestro interior y conectamos con nuestras fortalezas y valores, como si nos enfocamos hacia el exterior y exploramos el mundo que nos rodea, perfeccionar nuestra agilidad emocional es un acto determinante.

 

Sin embargo, muy a menudo podemos perder nuestro enfoque, nuestra atención, nuestra actitud positiva y nuestros objetivos. Por ello, nos sentimos agotados, descuidados, desmotivados, asustados, ansiosos y perdemos la capacidad para concentrarnos y seguir adelante con energía y optimismo.

 

El estrés crónico derivado de pensamientos, sentimientos y emociones negativas inundan nuestro cerebro con cortisol y adrenalina, los cuales son los responsables de que ciertas funciones cognitivas queden cortocircuitadas. Los investigadores han estudiado los efectos negativos de este tipo de estrés en el enfoque, la memoria y otras funciones cognitivas durante décadas. Los hallazgos son consistentes: a largo plazo, este estrés puede provocar aumentos prolongados de cortisol en nuestro organismo, que son perjudiciales para nuestro cerebro. Además, los investigadores también han concluido que mantener elevados niveles de cortisol durante un período largo de tiempo puede contribuir a desarrollar enfermedades como el Alzheimer u otros tipos de demencia. Lejos de ser positivo, este estrés incrementa nuestra incapacidad para concentrarnos, por lo que entramos en un círculo vicioso, negativo en todos sentidos.

 

Recomendaciones:

 

Con la finalidad de conseguir una agilidad emocional efectiva, se presentan cuatro prácticas – adaptadas de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, según sus siglas en inglés), originalmente desarrollada por el psicólogo de la Universidad de Nevada, Steven C. Hayes – diseñadas para ayudarte: reconocer tus patrones, etiquetar tus pensamientos y emociones, aceptarlos y actuar desde tus valores.

 

Se precisa que la efectividad de estas cuatro prácticas ha sido comprobada en la realidad, según consta en los estudios que al respecto ha llevado a cabo la Universidad de Harvard. Es cierto que, hoy, ante tanta adversidad, resultan muy útiles y pragmáticas, aclarando que, en ciertos casos, habrá que recurrir a otras herramientas más especializadas y, sobre todo, más individualizadas, según el grado de afectación emocional que una persona en particular esté experimentando.

 

1.)Reconocer tus patrones

 

El primer paso para desarrollar agilidad emocional es percatarse de cuándo estás atrapado por tus pensamientos, sentimientos y emociones, básicamente cuando son negativos y destructivos, invadiendo nuestra existencia, pudiendo llegar a la inmovilización. Es difícil hacerlo, pero hay ciertas pistas que te ayudarán. Una es que tu pensamiento se vuelve rígido y repetitivo, como un disco rayado. El mismo mensaje te viene a la mente una y otra vez, y te hace daño. Otra pista es que la historia que te cuenta tu mente te suena a vieja, como una repetición de una experiencia del pasado. El origen de ello son los propios patrones de pensamientos, emociones y sentimientos. Debes darte cuenta de que estás atrapado en un círculo vicioso para poder iniciar el cambio. Valga la comparación con alcohólicos anónimos, el primer paso para poder lograr el cambio, es hacer consciencia y aceptar que uno lo es.

 

2.)Etiqueta tus pensamientos, sentimientos y emociones

 

Cuando te sientes atrapado, la atención que prestas a tus pensamientos, sentimientos y emociones invaden tu mente; no hay espacio para revisarlos. Una estrategia que puede ayudarte a considerar la situación de manera más objetiva es el simple acto de etiquetar. Del mismo modo que a una espada la llamas espada, a un pensamiento lo llamas pensamiento y a una emoción, emoción. Etiquetar te permite ver tus pensamientos y sentimientos como lo que son: corrientes de datos pasajeros que pueden ser o no ser útiles, beneficiosos o perjudiciales, constructivos o destructivos. Los humanos somos psicológicamente capaces de tomar esta perspectiva para observar nuestras experiencias personales; y existen cada vez más pruebas científicas que demuestran que una práctica simple, directa y de consciencia plena como ésta, no solo mejora el comportamiento y el bienestar, sino que también propicia cambios biológicos beneficiosos en nuestro cerebro y a nivel celular.

 

3.)Acéptalos

 

Lo opuesto al control es la aceptación: no actuar en cada pensamiento o resignarte a la negatividad, sino responder a tus ideas y emociones negativas con una actitud abierta, prestarles atención y permitirte experimentarlas. Respira profundamente 10 veces y siente lo que está pasando en este momento. Esto puede aliviarte, pero no necesariamente te hará sentirte mejor. De hecho, puede que incluso te descubra lo emocionalmente alterado que estás en realidad. Lo importante es identificar con claridad lo que estás sintiendo, aceptarlo sin miedo, mostrar cierta compasión hacia ti mismo (y hacia los demás) y examinar la realidad de la situación. ¿Qué está pasando, tanto interna como externamente?

 

4.)Actúa desde tus valores

 

Cuando te liberas de tus pensamientos, sentimientos y emociones negativos y difíciles, estás expandiendo tus opciones. Puedes decidir actuar de un modo que se ajuste a tus valores. Se recomienda centrarse en el concepto de viabilidad: ¿Tu respuesta será útil para ti y tu entorno laboral tanto a largo plazo como a corto plazo? ¿Cómo persona o líder te ayudará a encaminarte a ti y a los demás hacia una dirección que impulsa positivamente el propósito colectivo? ¿Estás haciendo lo adecuado y lo necesario para llegar a ser la persona que deseas ser y para vivir la vida que quieres vivir? La corriente de pensamientos fluye continuamente en tu mente, y las emociones cambian con el tiempo, pero podemos apelar a nuestros valores en cualquier momento, ante cualquier situación. Cuando estás seguro que te guían tus valores, no solo tus emociones, encontrarás la paz y la satisfacción.

 

Conclusión 

 

Es imposible bloquear pensamientos, sentimientos y emociones difíciles o negativos. Más aún en entornos difíciles, como el actual. Sin embargo, las personas verdaderamente plenas son conscientes de sus experiencias internas, y no se dejan atrapar por ellas. Saben cómo liberar sus recursos internos y comprometerse a actuar ajustándose a sus valores. Desarrollar la agilidad emocional no es tarea fácil. Pero con el tiempo, las personas que son cada vez más adeptos a estas prácticas serán los que seguramente tendrán una vida más rica, feliz y pacífica en todos sentidos. 

 

Ésta es una herramienta que puede contribuir con eficacia a lograr tener una actitud positiva y de energía hacia adelante, ante escenarios adversos y complicados.