El trabajo siempre está sujeto a fluctuaciones, oscilando entre estados estacionarios, donde tenemos el control del ritmo y de la carga de trabajo y variaciones de impacto variable, pudiendo ser desde leves a muy intensas: positivas en las que sentimos alegría, satisfacción, placer, gozo, satisfacción; y negativas donde podemos sentirnos perdidos, asustados, desconcertados, ansiosos y hasta asfixiados, siendo precisamente éstas en las que debemos poner especial atención. Los reveses inesperados, las crisis imprevistas, los descalabros, los plazos inminentes de entrega y hasta las vacaciones y los días festivos pueden crear diversos estados de caos y tensión de diversa intensidad. En esos momentos, en los que el trabajo se torna complicado, difícil, acumulado de manera ingente, cuesta arriba o adverso, mantener el enfoque y gestionar la motivación, el compromiso, el enganche y los niveles de energía resulta indispensable.
Siempre será requisito indispensable para lograr un desempeño laboral satisfactorio, reconfortante, motivante y exitoso, el disponer de los medios adecuados para ello, de forma tal que pueda uno tener y mantener una actitud psicológicamente positiva la mayor parte del tiempo, en toda circunstancia, sea cual fuere ésta, y de toda magnitud.
A estas alturas, todo el mundo sabe que la inteligencia emocional importa en el trabajo. Sin embargo, hay dos aspectos de las emociones que hacen que a las personas les cueste poner en práctica su inteligencia emocional. Primero, la mayoría de la gente no tiene del todo claro qué son las emociones. Segundo, entendiendo las emociones de forma conceptual, puede seguir siendo difícil lidiar con nuestros propios estados emocionales. Por costumbre, utilizamos de forma indistinta los conceptos de sentimiento y emoción. Los psicólogos los diferencian. Las emociones son interpretaciones de los sentimientos. Valga como referencia comparativa: “la emoción es al sentimiento, lo que el sabor a una comida”, y el siguiente ejemplo: “caérsele a uno la sopa en un restaurante lleno de gente produce un sentimiento de ‘vergüenza’ y una emoción de ‘haber hecho el ridículo’”.
Tus sentimientos (lo que los psicólogos llaman “afectos”) emergen de tu sistema motivacional. Cuanto más profundamente se implica tu sistema motivacional en una situación, más fuertes son tus sentimientos. Para entender lo que sientes, usas información sobre lo que sucede a tu alrededor, de modo que puedes traducir esos sentimientos a emociones; las emociones ayudan a orientar tus acciones dándote un feedback sobre lo que está afectándote.
Estar dispuesto a entender tus emociones tendrá dos beneficios a largo plazo. Primero, te ayudará a descubrir algunos de los aspectos de tu vida que te provocan sentimientos y emociones, y si son positivos o negativos. Esto resulta útil, porque no es deseable malinterpretar los propios sentimientos y atribuirlos a una razón equivocada. En segundo lugar, al entender las fuentes de tus propios sentimientos y emociones, te convertirás en experto en entender también a la gente que te rodea. A menudo, ignoramos nuestras propios sentimientos y emociones y, además, también ignoramos los de nuestros compañeros. Cuando puedas entender mejor qué son las emociones y de dónde proceden las tuyas, habrás mejorado tu habilidad para poner en práctica la inteligencia emocional y, por ende, conectarte con positivismo y gran efectividad en tu trabajo, independientemente del entorno interno y externo en que éste se desenvuelve, sea favorable o adverso.
El ser humano está hecho para la felicidad, siendo ésta el supremo fin por el cual luchamos en nuestra existencia, traduciéndose en bienestar en cualquiera de los ámbitos de la propia vida. Una actitud psicológicamente positiva es decisiva para conseguirla.
Enfrentar con eficacia las emociones es una competencia fundamental en el mundo laboral, principalmente para conseguir el bienestar consecuente. Y poner un nombre a nuestras emociones, lo que los psicólogos llaman “etiquetarlas”, es un importante primer paso para lidiar con ellas de forma efectiva. Pero lo cierto es que resulta más difícil de lo que parece: muchos de nosotros nos esforzamos en identificar qué estamos sintiendo exactamente y, a menudo, la etiqueta más evidente en realidad no es la más precisa. No hemos aprendido nunca un lenguaje que describa de forma exacta nuestras emociones.
Las emociones que se ven con más frecuencia en el trabajo a menudo están ocultas tras sentimientos más profundos que podríamos y deberíamos tratar de describir de formas precisas y con adecuados matices. Esto nos permitiría desarrollar mayores niveles de agilidad emocional y una capacidad crítica para interactuar con mayor eficacia con nosotros mismos y con el mundo en cualquier circunstancia y en cualquier escenario. Identificar incorrectamente nuestras emociones hará que respondamos a ellas de forma incorrecta.
Se ha demostrado que, cuando las personas no identifican, reconocen y abordan certeramente sus emociones, su nivel de bienestar es menor, su actitud es negativa e insegura, pueden surgir: el miedo y la ansiedad y presentarse síntomas físicos de estrés, cansancio, fastidio y desmotivación, y hasta una posible enfermedad grave. Y se trata precisamente de lo contrario: contar con la fórmula para sentirnos motivados, satisfechos, seguros, enganchados, alegres y movidos a un progreso continuo.
Una identificación precisa y un vocabulario correcto nos permiten ver la situación real en todo su contexto; tomar una experiencia confusa u hostil; o experimentar una situación crítica; y entenderlas con claridad; estando en posibilidad de establecer una hoja de ruta para enfrentarlas con éxito y obtener crecimiento y satisfacción.
Habiendo visto la importancia de poder identificar las emociones a través de un juicio correcto y preciso, para poder llevar una vida equilibrada, estable, crecientemente mejor y con bienestar, en todos sus ámbitos, particularmente en el laboral, se recomiendan tres formas de obtenerlo:
1.) Amplía tu vocabulario emocional
Las palabras cuentan. Si, derivado de alguna circunstancia, estás experimentando una emoción intensa de cualquier naturaleza, tómate un tiempo para pensar cómo denominarla. Pero no te detengas en ello: una vez que la hayas identificado, intenta encontrar dos, tres, cuatro palabras más que describan cómo te sientes. Quizá te sorprenda la amplitud de emociones que tienes, o descubras una emoción más profunda oculta bajo la más evidente. Es importante que hagas esto, tanto con las emociones positivas, como las negativas.
A continuación, se presenta una lista que ejemplifica cómo pueden desagregarse distintas emociones para los efectos que aquí se plantean, el cual puede ayudar a comprender mejor este aspecto:
Enfadado: Casacarrabias, Frustrado, Molesto, A la defensiva, Resentido, Impaciente, Disgustado, Ofendido, Irritado Triste: Decepcionado, Apenado, Arrepentido, Deprimido, Paralizado, Pesimista, A punto de llorar, Abatido, Desilusionado Ansioso: Asustado, Estresado, Vulnerable, Confundido, Perplejo, Escéptico, Preocupado, Precavido, Nervioso Herido: Celoso, Traicionado, Aislado, En shock, Desfavorecido, Victimizado, Perjudicado, Afligido, Abandonado Avergonzado: Aislado, Autoconsciente, Solitario, Inferior, Culpable, Asqueado, Patético, Confuso, Marginado Feliz: Agradecido, Confiado, Cómodo, Satisfecho, Entusiasmado, Relajado, Aliviado, Eufórico, Confiado
De esta manera, podrás tener más claridad y precisión en la denominación de la emoción o emociones que en un momento dado estás experimentando, estando en mejor posibilidad de definirla con precisión, conocerla y comprenderla, y poder tomar las decisiones más convenientes y positivas a cada caso particular.
2.)Valora la intensidad de una emoción
Somos propensos a soltar adjetivos básicos, como “enojado”, “estresado”, “contento”, “realizado”, incluso cuando nuestros sentimientos son mucho más extremos. En tu propia autovaloración es importante que distingas si estás enfadado o simplemente un poco molesto, triste o sentido; eufórico o únicamente complacido o satisfecho. A medida que etiquetes tus emociones, puntúalas también en una escala del 1 al 10. ¿Con qué profundidad sientes una emoción? ¿Cuál es su urgencia o su intensidad? ¿Te hace esto escoger un grupo distinto de palabras?
De esta manera, estarás más consciente de lo que en verdad estás sintiendo, te ralentizarás y podrás analizar con precisión lo que sientes, cómo lo sientes y por qué te sientes así y, muy importante, la verdadera intensidad y significado de tal sentimiento y emoción.
3.)Escríbelo todo
Científicos de la Universidad de Harvard, han investigado durante cuarenta años la relación entre la escritura y el procesamiento emocional. Sus experimentos han demostrado que las personas que escriben sobre episodios con carga emocional ven cómo su energía se incrementa, su bienestar físico y mental aumenta, y su actitud es más positiva y constructiva. Estos experimentos también revelaron que, con el tiempo, los que escribieron sobre sus sentimientos empezaron a desarrollar percepciones de lo que significaban sus sentimientos – o de lo que no significaban –, usando frases como “He aprendido…”, “Me pareció que…”, “Ahora me doy cuenta de que…”, “Entiendo que…”. El proceso de escribir les hizo ganar una nueva perspectiva sobre sus emociones y entenderlas con más claridad, así como las implicaciones que conllevaban y lo mejor, desarrollaron una robusta actitud psicológicamente positiva que posibilitó un movimiento continuo siempre hacia adelante con entusiasmo y decisión.
Puedes hacer esto cada día, pero es especialmente importante que lo pongas en práctica cuando pases por una época difícil, por una gran transición, por una grave crisis como la actual, o si te sientes en estado de agitación emocional.
*Pon un temporizador durante quince o veinte minutos.
*En un cuaderno o una computadora, escribe sobre tus experiencias emocionales de la semana o del mes.
*No intentes que sea un escrito perfecto o legible; déjate llevar por tu mente.
*Al final, no tienes que guardar el documento. La idea es que esos pensamientos ahora han aflorado.
Al entender tus emociones más correctamente, estarás mejor preparado para responder positivamente y de un modo constructivo, y podrás abordar y aprender de tus sentimientos descritos con mayor efectividad y precisión.
Conclusión
Una actitud psicológicamente positiva en toda circunstancia, como en la crisis actual, y en cualquier entorno, específicamente en el laboral, rendirá frutos hacia una vida más rica, plena, equilibrada, integrada, placentera, productiva y próspera.