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Motivación en el Trabajo ante la Nueva Normalidad

Nadie puede poner en duda de que la motivación en toda actividad que desarrolle cualquier persona, es absolutamente necesaria, pues es un motor muy potente que nos posibilita movernos con fuerza hacia adelante. Va implícita en el éxito que se consigue, sea cual fuere la materia correspondiente. Es el ingrediente necesario para producir movimiento.

 

 La motivación es la vitamina que se produce cuando estamos enfocados y decididos a actuar, a luchar sin denuedo por alcanzar un objetivo. Es algo que se produce en nuestro interior y que enciende nuestra energía, pudiendo llegar a alturas insólitas de producción de fuerza y empuje y a límites increíbles para soportar sacrificio y dolor. Como por ejemplo el caso de un soldado en una guerra por la libertad, o de un bombero en un rescate, o de un atleta luchando por la medalla de oro en una olimpiada. Está casi por demás destacar la trascendencia de la motivación.

 

 El ser humano la necesita en todos los aspectos de su vida. Sin descartar uno solo.

 

 Obviamente esto incluye el ámbito laboral. Como en los ejemplos descritos, la persona, cuando trabaja, necesita la motivación. Con ella imbuida en su interior, podrá moverse con fuerza hacia el logro, con todo lo que en ello va implícito.

 

 En los meses recientes, prácticamente todo lo que va del 2020, hemos estado viviendo eventos insólitos que nadie podía predecir y que resultan nuevos para la humanidad entera. Han sido tiempos amenazantes, impregnados de miedo, inseguridad e incertidumbre, además de entornos de trabajo muy diferentes a lo “normal”. Una pandemia originada por un nuevo virus que puede producir un gran sufrimiento y hasta la muerte, con una enorme facilidad de ser contagiado, y una seria crisis económica mundial sin precedentes, donde se pronostican caídas del PIB del orden de un 5% a 6% a nivel mundial, y aún más fuerte para México, con quiebra de empresas, desempleo masivo y empobrecimiento de millones de personas, son elementos muy poderosos para que la gente se sienta amenazada y con mucho miedo.

 

Es por ello que, más que nunca antes, el factor motivación se vuelve nodal para la sustentabilidad de las empresas y para su crecimiento y desarrollo, destacando que es un momento muy oportuno para replantear la misión, la visión y los valores de cualquier organización, porque en esta “nueva normalidad” nada será como antes, sin que nadie a ciencia cierta sepa con claridad lo que vendrá en el futuro. Es un parteaguas histórico. Es un momento en que estamos en la posibilidad y, más aún, en la necesidad de construir nuevas bases, nuevos cimientos, nuevos objetivos, nuevas políticas, nuevas actitudes y nuevos entornos. Debemos actuar ahora, sin demora alguna. O podremos perecer, en el sentido empresarial y laboral.

 

En este escenario, la motivación juega un papel estratégico. Queda entonces claro que este tema no es un asunto menor. 

 

Cabe reiterar que las personas, la gente, es el activo principal de toda empresa, primero y antes que nada, por su naturaleza y dignidad, que la colocan por encima de cualquier otra cosa, considerando su individualidad, única e indivisible, así como su inteligencia, su voluntad y su libertad, ubicándola en consecuencia como el centro y fin de la misma; y porque constituye el motor principal para el logro de la estrategia y de las metas consecuentes, así como para la creatividad, la innovación, la solución de problemas, el crecimiento y la diversificación de operaciones.

 

 

Habrá entonces que poner especial énfasis en dar a las personas el lugar que siempre les ha correspondido y, que tal vez, por el ritmo de las operaciones respectivas, la competencia mundial, la globalización, la innovación implacable y los tiempos de respuesta cada vez más apremiantes, perdieron el centro y fin de toda organización que siempre han debido tener.

 

 Las empresas deben recapacitar en que tienen una obligación moral de tomar seriamente en cuenta la dignidad del ser humano y el valor que tiene, por el solo hecho de serlo. Y es justo éste, el tiempo del cambio y dirección, del enfrentamiento a nuevas realidades y amenazas, y de un futuro terriblemente incierto, cuando las personas resaltan por su influencia decisiva en la sobrevivencia de una empresa, requiriendo, por parte de ésta, nuevos esfuerzos y programas que pongan como elemento estratégico la motivación de la fuerza de trabajo.

 

En este sentido, el tema de la motivación deberá ser considerado desde dos perspectivas: 

1. Las motivaciones extrínsecas, que son aquellas que provienen del exterior de la persona que lo invitan a moverse, a crecer y a progresar. 

2. Las motivaciones intrínsecas, que son las que nacen del interior de cada ser humano y producen un efecto personal acorde a la voluntad individual, a los valores y convicciones propios y al carácter que cada quien tiene. 

 Mismas que, hoy, deben orientarse principalmente en dar sentido, compromiso, tranquilidad, seguridad, impulso y dirección a la gente.

 

Los seres humanos tenemos una capacidad infinita de crecimiento y progreso. Al crecer y lograr una meta, consiguiendo un objetivo, estamos dotados de potencialidad para crecer cada vez más, sin límite alguno. Y en consecuencia podemos influir en nuestro entorno de la misma manera. Es justo en este punto donde destaca la trascendencia de la motivación. Porque, basándonos en esta característica constitutiva del ser humano, queda claro que la motivación, extrínseca e intrínseca, mueve a la acción, al compromiso, a lo nuevo, al progreso, y de esta manera, aplicado al ámbito laboral, a exactamente lo mismo en la empresa u organización en la que influye y se desempeña. Sin límite y sin una línea de tiempo específica.

 

Este escenario de emergencia y supervivencia es perfecto para que se motive, se promueva y se canalice en la gente el deseo bien entendido de crecimiento y progreso, traduciéndose en consecuencia en un beneficio al infinito de la sociedad y, por ende, de las empresas. Es importante destacar que el “bien entendido” se refiere a un crecimiento y progreso enmarcado por valores que generen el bien común y no solamente el individual, pasando sobre otros y por sobre todo lo que pudiere “estorbar”, porque eso no es ni crecimiento, ni progreso, sino todo lo contrario.

 

Motivaciones extrínsecas

 

Partiendo de que estamos viviendo una “nueva normalidad” caracterizada por el miedo, la inseguridad y la incertidumbre, tenemos que trabajar seriamente en el tema de qué es lo que debemos hacer para motivar a nuestra fuerza de trabajo en esta nueva y compleja realidad, generando una cultura que propicie el engagement, la seguridad, la tranquilidad y el trabajo productivo, innovador y de calidad.

 

La cultura es, sin duda, el alma de toda organización, y en ella se consolidan voluntades y se define el éxito de cualquier visión y propósito. Stephen Covey afirma: “La única ventaja competitiva sostenible que perdura es aquella que nace de una cultura organizacional de alta confianza, centrada en principios, con personas comprometidas y en sintonía con una visión común. Sus competidores copiarán su publicidad, su producto, sus sistemas, su estructura, su estrategia, pero no podrán reproducir la ventaja única de la confianza, del espíritu de equipo y del desempeño de su gente”.

 

Es así que el reto de las empresas en esta materia es, en la nueva normalidad, generar en los colaboradores un nuevo sentido a lo que hacen y cómo trasciende su trabajo para construir una cultura ganadora, donde haya consenso sobre qué es lo más importante, exista confianza y compromiso y se avance de lleno hacia sus metas. Pero para tener éxito y lograr las metas se necesita más que hacer que los colaboradores cumplan: se necesitará comprometerlos. Obtener un compromiso en el corazón y en la mente. Y es justo aquí donde entran a jugar de manera muy importante las motivaciones extrínsecas, como parte medular de la generación de una cultura organizacional de alta confianza, con una ventaja competitiva. El papel de los líderes en esta etapa y en esta materia, es decisivo. Existen miedos e inseguridades que se tienen que superar.

 

En este sentido, en el escenario actual y tratándose de las motivaciones extrínsecas, un paso fundamental que tienen que llevar a cabo las empresas para generar una cultura organizacional que funcione en la “nueva normalidad”, sea exitosa y se construya para lograr un cambio de conducta que se traduzca en crecimiento y progreso, es que las personas tengan claro el objetivo hacia donde se dirige la organización en este entorno incierto y amenazante, y cómo se alinean a éste los objetivos de cada área y de cada puesto y persona en particular, de tal forma que individualmente se sepa con precisión cómo el trabajo propio está contribuyendo al logro de metas superiores. Esto tiene un gran poder de motivación extrínseca, porque da un sentido y un significado a lo que uno desempeña, entendiendo que el trabajo propio es una pieza necesaria e imprescindible de un rompecabezas en el que cada parte contribuye al logro de un todo, particularmente ahora que está de por medio la sustentabilidad de las empresas y su futuro crecimiento y desarrollo, fuente de sustentabilidad para los propios colaboradores y sus familias.

 

El hecho de que cada quien conozca el objetivo final y la alineación de objetivos inferiores a superiores, incluyendo el propio, y de qué manera se está contribuyendo a tal meta, genera un cambio de conducta donde se engloba el compromiso, el sentido de pertenencia o engagement, la seguridad y, lo más importante, el impulso necesario para seguir adelante con convicción hacia un mejor futuro. Esta acción en materia de motivaciones extrínsecas requiere ser complementada con un sistema de seguimiento del cumplimiento de metas que sea continuo y frecuente, a través de una comunicación efectiva del jefe con el subordinado y con el equipo de trabajo respectivo, a través de un medio de efectividad comprobada, en donde impere el coaching, la dirección, el diálogo constructivo.  Y una retroalimentación.

 

En cuanto al modo en que se desempeña el trabajo, los líderes y los directivos pueden poner en marcha una cultura que anime a los colaboradores a progresar en un entorno de alta dificultad. Es decir, a través de motivaciones extrínsecas los directivos pueden superar los miedos, las inseguridades, las incertidumbres y las inercias negativas y lograr promover la seguridad, la tranquilidad, la dirección, el sentido, el desarrollo, el engagement, la innovación y la productividad que de ello se derivan. Se pueden hacer muchas cosas para potenciar y mantener el entusiasmo y el compromiso. A través de investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de Harvard se ha concluido que hay cuatro mecanismos esenciales de motivación extrínseca de alta efectividad comprobada, que crean las condiciones para que los trabajadores prosperen, se comprometan y se sientan realizados, los cuales se ubican exactamente en el centro de la operatividad de una organización:

 

*Proporcionarles capacidad de toma de decisiones;

*Compartir información estratégica con ellos;

*Eliminar la lejanía, la falta de atención y dirección, las actitudes arrogantes, dictatoriales o despectivas; y promover la comunicación, la comprensión, el acogimiento, el coaching y una visión alcanzable de un mejor futuro;

*Ofrecerles un feedback continuo sobre qué está sucediendo, cómo es su rendimiento y cómo se está avanzando en la construcción de ese nuevo futuro.

 

De algún modo, todos estos mecanismos se solapan entre sí. Por ejemplo, si dejas a la gente que tome decisiones, pero no les das toda la información necesaria, o los dejas expuestos a reacciones hostiles, en lugar de prosperar, sufrirán. Un mecanismo solo te dejará fuera de juego. Son necesarios los cuatro para crear una cultura de prosperidad, enganche y compromiso.

 

Atendiendo las motivaciones extrínsecas descritas en la “nueva normalidad”, se traducirá en:

 *Mayor eficiencia laboral: seremos más capaces de tomar decisiones complejas, más creativos, estaremos más concentrados, y tendremos una mayor resistencia al estrés, tan necesaria en estos tiempos.

*Más energía: nos sentiremos en forma, superaremos los episodios de angustia, miedo y cansancio más fácilmente y afrontaremos las nuevas situaciones con más vitalidad.

*Estar bien con uno mismo y con los demás: mejorará nuestro humor, nos sentiremos en armonía con nuestro entorno y facilitará las relaciones sociales.

*Más vitalidad tanto a corto como a largo plazo: ayudaremos a mantener la capacidad psicofísica de una manera muy efectiva.

 

Motivaciones intrísecas

 

 Mark Twain dijo: “Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día que descubres por qué”. Las motivaciones intrínsecas deben ser específicas y personales, en resonancia contigo; solo contigo. E.E. Cummings afirmaba: “No ser nadie más sino tú mismo, en un mundo que está haciendo todo lo posible, día y noche, para que tú seas alguien distinto, significa luchar la más clara batalla que cualquier ser humano pueda afrontar y nunca dejar de luchar”. Cada persona busca un significado distinto en el trabajo. Cada lugar de trabajo proporciona un significado distinto. Y en la “nueva normalidad” esto tiene más importancia que nunca.

 

Estos tiempos de pandemia, crisis económica y ambiente de incertidumbre, son propicios para la autoreflexión, para el autoanálisis y para encontrar un nuevo y profundo sentido a nuestra existencia y a nuestro trabajo.

 

Es así que la más poderosa motivación intrínseca que pueda uno tener consiste en encontrar el motivo por el cual vivimos. Éste es el momento que la nueva realidad nos está exigiendo. Y qué bueno. El mundo nos bombardea constantemente con poderosos mensajes – padres, jefes, guías espirituales, anuncios, celebridades, etc. – sobre qué deberíamos ser – más listos, más audaces, más carismáticos, más fuertes, más ricos – y cómo deberíamos actuar. Descubrir quién eres realmente, por no hablar de “ser tú mismo”, es un trabajo de reflexión decisivo, honesto y muy profundo. La experiencia nos confirma que, una vez que tienes claro quién eres, quién quieres ser y para qué vives, TODO LO DEMÁS FLUYE DE FORMA NATURAL.

 

Aprovechemos este parteaguas histórico y decidamos no “vivir por vivir”. Tomemos la decisión de vivir con un por qué y un para qué. Darle un sentido a nuestra existencia. Y por ende a nuestro trabajo. Encontrar y cimentar los motivos últimos y fundamentales que nos mueven a actuar y seguir adelante. Específicamente “dar sentido al trabajo” se refiere a la experiencia significativa que una persona obtiene de éste.

 

Es vital entonces llevar a cabo una labor reflexiva sobre el sentido de nuestra existencia y una vez que hayas terminado esta tarea intenta construir una declaración de intenciones clara y concisa: “El propósito de mi vida es _____________________”. “El propósito de mi trabajo es ____________________”. Las palabras que aparezcan en tu escrito deben ser solamente tuyas. Deben capturar tu esencia. Deben empujarte a actuar. Acorde con el futuro que nadie sabe exactamente cómo será y que, por ende, tú debes y puedes construir. Qué trascendente es este momento histórico que nos empuja a ello. Magnífica oportunidad.

 

Esclarecer tu propósito es determinante, pero no basta con escribir una sola declaración de propósitos para alcanzar tus objetivos. Tus acciones – no tus palabras – son lo que realmente importa. A cualquier persona le resulta imposible vivir al 100% de su tiempo luchando por su propósito. Pero con decisión, fuerza de convicción, trabajo y una planificación adecuada le podemos dedicar el mayor tiempo posible a éste, más conscientemente, con más entusiasmo y efectividad. Es muy importante tener muy en claro los motivos por los cuales elegimos ese propósito, para poder determinar los elementos que nos motivan intrínsecamente, ya que éstos serán los motores para lograr nuestros objetivosDE AHORA EN ADELANTE.

 

No importa cuál sea el nivel, la industria o la carrera, todos necesitamos encontrar un sentido personal en lo que hacemos. Hagámoslo. Hoy.

 

Las empresas, con la coordinación del área de recursos humanos y a través de sus líderes pueden fomentar esta actitud de búsqueda de un propósito personal – lo que en verdad importa en la carrera profesional o la vida de cada empleado, con el consecuente beneficio del engagement y el logro de objetivos – a través de acciones específicas que generen las motivaciones intrínsecas que son imprescindibles para cada persona en lo particular y que la lleven a la acción plena y realizadora.

 

Las actitudes que deben prevalecer en los líderes para estos efectos son cuatro, mismas que deben ser hoy, más trascendentes que nunca.:

 

*Deben ser curiosos e inquisitivos. Los estudios de Harvard muestran que la gente considera que su trabajo tiene sentido cuando siente que está contribuyendo a crear algo nuevo, especialmente si se le permite explorar, conectar con algo o marcar la diferencia. Los líderes deben ayudar a los demás a encontrar un significado en sus trabajos: investigando, preguntando e involucrando a la gente en los proyectos. 

Hay que permitir que los empleados encuentren un sentido en el trabajo, una profunda motivación intrínseca, ofreciendo un amplio abanico de posibilidades para llevarlo a cabo. Deben fomentar y estar abiertos a que la gente les presente nuevas ideas para sentirse realizados.

*Deben ser exigentes.Uno de los grandes problemas que las empresas deben resolver hoy es la apatía, el miedo, la inmovilidad y el sin-sentido. Los líderes que perseveran en su objetivo y que impiden que la gente se desmotive y se desalinee, infunden un sentido del propósito más profundo en sus equipos y organizaciones. 

En consecuencia, sus empleados encuentran una motivación intrínseca para progresar y simultáneamente obtienen una experiencia más significativa y positiva en este ámbito de supervivencia y hostil realidad. 

*Deben identificar a la gente según la cultura y valores para ir construyendo el o los equipos de trabajo de la organización. Las investigaciones de Harvard afirman que la gente solo encuentra valiosa una experiencia si está acorde con sus necesidades más íntimas y se convierte en una poderosa motivación intrínseca para actuar. Más ahora que nunca. 

Ésta es la razón por la que es tan importante que los valores personales y la cultura de una empresa encajen, para que la unión pueda alcanzar su máximo potencial. Los valores funcionan como una brújula interna o una lente mediante la cual podemos darle un sentido concreto a nuestro trabajo. Son la esencia de una verdadera motivación intrínseca. Hay que darles actualmente un estatus de muy alta trascendencia.

*Deben ser capaces de confiar en los demás. Los líderes que saben cómo confiar en los demás son más propensos a dejar espacio para que sus empleados crezcan y experimenten. En concreto, les ayudan a encontrar sus motivos, redefinir su actitud y reconfigurar su trabajo en una “nueva normalidad”. 

Los empleados que tienen la oportunidad de personalizar su trabajo muestran un mayor compromiso y son más valiosos para la empresa porque sienten que confían en ellos plenamente. Generan profundas y sólidas motivaciones intrínsecas. Hoy se presenta una magnífica oportunidad para ello.

 

Conclusión

 

La “nueva normalidad” exige como nunca antes que la gente esté motivada plenamente, ejecutando sus acciones con la mayor energía y compromiso, con un sentido de dirección y con un significado y vocación trascendentes, de forma tal, que tanto la empresa, como cada colaborador en lo individual, se sustenten en un objetivo común y en una plataforma sólida y esperanzadora. Es el momento histórico en que estamos en la necesidad imperiosa, por no decir obligación, de establecer nuevas bases que sean los motores, los motivadores extrínsecos e intrínsecos, para construir un mundo mejor, más justo y equitativo, más respetuoso del medio ambiente, más solidario y generoso, más productivo, más innovador, más comprensivo, y más integrado.