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La necesidad de un programa de gestión continua en la realidad actual

 "No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos... Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”

 

Albert Einstein

 

El escenario actual

 

Ante las adversas condiciones económicas y de mercado los niveles de atención de los colaboradores se encuentran al máximo, debido a la incertidumbre están dispuestos a cambiar, hacer las cosas de una forma diferente y están dispuestos a hacerlo ahora, no mañana.

 

La crisis actual ha provocado que los colaboradores compartan un mismo sentido de urgencia, aún y cuando haya muchos problemas por resolver sabemos que no será posible atenderlos todos en este periodo, por lo que resulta indispensable enfocarse inmediatamente en lo crucialmente importante.

 

Ninguna compañía podrá adaptarse al cambio tan radical que vivimos en la actualidad a menos que toda la organización esté alineada a la ejecución. Si no se sabe ejecutar, todos los esfuerzos serán menos que la suma de sus partes. 

 

Para producir resultados en el entorno actual, se requiere poner foco en las metas más críticas y desarrollar la habilidad para que los equipos de trabajo colaboren bajo la modalidad de trabajo remoto, con el nivel de efectividad, oportunidad y compromiso que se necesita.

 

Es por ello que esta crisis es un catalizador para cambiar la forma en que los equipos de trabajo colaboran en la nueva realidad, los líderes de las organizaciones asistidos por las áreas de RRHH están llamados a tomar un rol protagónico y hacer posible dicho cambio transformacional.

 

La necesidad de implantar un programa de Gestión Continua

 

La nueva realidad demanda una gestión continua, es decir, un modo de trabajo que posibilite un desempeño lineal permanente, que inicie y tome como cimiento fundamental la definición de la estrategia y de las metas crucialmente importantes y trascendentes para la sustentabilidad y desarrollo de la empresa; siga con el establecimiento de las métricas que tendrán mayor influencia sobre la meta; continúe con el diseño de tableros de control que muestren el avance en el cumplimiento de las metas establecidas para que el equipo pueda saber si “está ganando o perdiendo”; y termine con una cadencia periódica (semanal) y metódica de rendición de cuentas, compromiso y retroalimentación. 

 

A través de un Programa de Gestión Continua efectivo, debidamente diseñado y llevado a la práctica con asiduidad por los líderes de la organización con la asistencia del área de RRHH, se genera un elemento imprescindible y decisivo para el éxito operativo de una compañía: el cambio de conducta de los colaboradores, al sentirse más comprometidos e identificados con la empresa, dándole un sentido a la propia actividad, teniendo claro el objetivo que se persigue, sabiendo las tareas específicas y contribuciones que les corresponden y contando con un proceso interactivo de rendición de cuentas y retroalimentación que posibilita saber que todos cumplen con sus responsabilidades.

 

Un proceso de esta naturaleza siempre resulta necesario, siéndolo aún más en una situación de crisis, ya que es cuando más se requiere de un programa que sea de muy alta efectividad para orientar con eficacia todos los esfuerzos hacia lo que es crucialmente importante para la organización, motivando y comprometiendo a todos y cada uno de los colaboradores a dar todo de sí mismos, sabiendo con precisión hacia donde se “dirige el barco” y por qué. 

 

En el entorno actual, donde muchas personas trabajan de forma remota, los líderes se enfrentan a un dilema:  pueden responder con una supervisión y un control más estrictos para lograr el impacto deseado (micro-management). O pueden alinear la organización hacia un objetivo trascendente que lleve implícito un auténtico propósito superior, que sea conocido y comprendido por todos los colaboradores, que conlleve la definición de las metas que se van desagregando de dicho objetivo, que genere sentido, motivación y compromiso, que precise el seguimiento, que evalúe los resultados y que retroalimente al personal. Esto es justamente un Programa de Gestión Continua. 

 

Ejecución: La Clave del Éxito

 

Está comprobado que, frecuentemente, la diferencia entre una compañía exitosa y una que no lo es, consiste en su capacidad de ejecución. La estrategia, el desarrollo del liderazgo y la innovación suelen ser considerados los aspectos decisivos de una empresa exitosa. Sin embargo, la ejecución representa la verdadera diferencia. La ejecución es el eslabón perdido entre las aspiraciones y el resultado. 

La ejecución consiste en un conjunto de comportamientos y técnicas que las compañías necesitan dominar para lograr una ventaja competitiva. Es una disciplina en sí misma. Tanto en las empresas grandes como en las pequeñas, es una disciplina fundamental para obtener el éxito. De hecho, no se puede diseñar una estrategia que valga si al mismo tiempo no se asegura de que la organización tiene o puede obtener lo que necesita para ejecutarla, incluyendo la estructura metodológica que para ello se requiere indefectiblemente, las herramientas sistémicas que hagan posible su puesta en práctica y colaboradores competentes y comprometidos.

 

Cuando las empresas no cumplen sus promesas, la explicación más frecuente es que la estrategia era incorrecta. Sin embargo, la estrategia en sí misma no es frecuentemente la causa. Las estrategias fracasan más frecuentemente debido a que no son bien ejecutadas. Las cosas que se supone que deben ocurrir no ocurren. A menos que las grandes estrategias se traduzcan en pasos concretos y sistemáticos de acción, no tiene sentido. Sin la ejecución, la gente no alcanza sus metas precisas y los cambios fracasan desde su inicio.

 

Es importante hacer mención que el principal enemigo de la ejecución y, por ende, de un programa de gestión continua es el trabajo diario. Sean Covey lo ha denominado “el torbellino.” Éste es la enorme cantidad de energía necesaria sólo para hacer que la organización funcione día a día. Irónicamente, al mismo tiempo se trata de aquello que dificulta ejecutar cosas nuevas. “El torbellino” impide la concentración y la innovación.

 

En general, los líderes nunca ven la diferencia entre “el torbellino” y los objetivos estratégicos porque ambos son necesarios para la supervivencia de la organización. Sin embargo, la diferencia entre ellos es clara y, aún más importante, compiten de manera constante por el tiempo, los recursos, la energía y la atención. “El torbellino” es urgente, y cada minuto de cada día afecta a todos los trabajadores en una empresa sin excepción. Cuando lo importante compite con lo urgente, esto último siempre gana, como puede ser en la actual crisis, que está causando un “feroz torbellino”, el cual puede devorar cualquier acción estratégica.  

 

Se destaca que no es posible dejar a un lado los temas urgentes, porque se puede morir hoy. Nunca deben ser ignorados. Pero también es cierto que ignorar lo importante puede ser la causa de muerte mañana. El reto es ejecutar las metas más importantes sin dejar aquello que es urgente. 

 

Un Programa de Gestión Continua debidamente implantado por los líderes de la organización en conjunto con el área de RRHH, posibilitará que los equipos de trabajo ejecuten sus metas con efectividad en una nueva realidad, donde se vuelve más imprescindible que nunca poner foco en lo importante y crear una cadencia de compromisos semanales que permitan mantener el rumbo y asegurar la sustentabilidad.